Buen domingo para todos,
Vamos cortito y al pie 😉
🧠 HOY CORTITO Y AL PIE:
La productividad no es cuestión de fuerza de voluntad. Es cuestión de diseño.
Y tu cerebro, como cualquier otro sistema, se puede optimizar.
La neurociencia lo tiene estudiado: el cerebro cambia con el uso.
Cada vez que repetís un hábito, reforzás conexiones neuronales que hacen que esa acción se vuelva más automática. El problema es que esto aplica tanto para los hábitos buenos como para los que te bloquean.
Si cada vez que te sentás a trabajar revisás el teléfono, estás entrenando a tu cerebro para la distracción.
Si saltás de tarea en tarea sin terminar ninguna, estás reforzando la dispersión. Pero la buena noticia es que también podés entrenarlo para enfocarte mejor, procrastinar menos y rendir más en menos tiempo.
Si estas aca ya sabes que la clave no es hacer más, sino mejor…Acá te dejo 5 hacks neurocientíficos que vengo implementando en mi día a día y me funcionan muy bien (espero que te sirvan):
1. La distracción no es tu culpa (pero sí tu entorno)
Tu cerebro responde a estímulos. Si tenés el teléfono a la vista, lo vas a revisar. Si las notificaciones aparecen, tu foco va a saltar hacia ellas. No es falta de disciplina, es biología.
Hay un estudio de Shawn Achor que demostró que hacer que una distracción esté 20 segundos más lejos reduce la probabilidad de caer en ella. Dejá el teléfono en otro cuarto, apagá notificaciones de redes sociales y configurá tu espacio de trabajo en modo “enfoque”.
2. Recompensá el esfuerzo, no la procrastinación
Cada vez que procrastinás, tu cerebro recibe un golpe de dopamina porque evitaste el malestar de la tarea. Y como la dopamina es la hormona de la recompensa, refuerza la conducta de evitar lo difícil.
Cambiá el orden de la dopamina. En lugar de revisar redes antes de empezar, hacelo después de una sesión de trabajo enfocada. Así logras que tu cerebro empiece a asociar el esfuerzo con la recompensa.
3. Trabajá con tu cerebro, no contra él
Tu cerebro no está diseñado para enfocarse 8 horas seguidas. Eso es desgastante. Funciona en ciclos de atención de 90 minutos, después de los cuales el rendimiento baja.
Probá la técnica 90-30. Trabajá 90 minutos sin interrupciones y después tomá un descanso de 30 minutos sin pantallas. Las pausas activas… Sali a caminar, ponete unos minutos abajo del sol. Dale oxigeno a tu cerebro para volver al trabajo mucho mas enfocado.
4. El poder del “cómo podría”
La mentalidad de crecimiento no es una frase motivacional, es neurociencia. Cada vez que aprendés algo nuevo o superás un desafío, se crean nuevas conexiones neuronales.
Por ejemplo, cambiá el “No soy bueno gestionando mi tiempo” por “Cómo podría ser bueno gestionando mi tiempo”. Ese cambio activa el sistema de aprendizaje del cerebro y te ayuda a reprogramar el diálogo interno.
5. Si no dormís bien, todo lo demás falla
Dormir poco reduce la concentración y la toma de decisiones en un 40%. Y no, no se soluciona con café 😂
Priorizá 7-9 horas de sueño y eliminá pantallas una hora antes de dormir. Tu cerebro lo usa para procesar información, eliminar toxinas y prepararte para un día de alto rendimiento.
Tu cerebro es tu mayor herramienta. Usalo bien.No dejes tu vida en manos de la voluntad. Si diseñás tu entorno y hábitos a favor de tu productividad aumentas las chances de ganar.
PD: No intentes aplicar todo a la vez. Elegí un hack y probalo esta semana. La neuroplasticidad se va a ocupar del resto.
Vivimos rodeados de ruido. Opiniones sin pensar, respuestas impulsivas, discusiones sin sentido. Los estoicos lo entendieron hace siglos: hablar menos es tener más claridad y control.
Y esto aplica tanto para los negocios como para la vida misma.Los estoicos practicaban el silencio estratégico. No porque fueran tímidos o indiferentes, sino porque entendían que el verdadero poder no está en lo que decimos, sino en lo que decidimos no decir.No se trata de callarnos siempre, sino de elegir mejor nuestras palabras. Saber cuándo hablar, cuándo callar y cuándo simplemente observar. Porque no todo merece nuestra energía.
Séneca decía:
“Hablar demasiado es como comer demasiado: genera indigestión”.
Hoy, las personas tendemos a hablar para llenar vacíos. Contestamos rápido sin pensar, opinanamos sin saber, reaccionanamos sin procesar. Pero no todo merece una respuesta.Para poder identificarlo te dejo este principio estoico: Antes de hablar, preguntate:
✅ ¿Es necesario? → Si no suma, mejor callar.
✅ ¿Es útil? → Decir algo solo por decir es ruido.
✅ ¿Es verdadero? → No repitas lo que no sabés si es cierto.
Marco Aurelio escribía en sus Meditaciones:
“La mayoría de las cosas que decimos y hacemos no son esenciales. Si las eliminamos, tendremos más tiempo y tranquilidad”.
Menos palabras, más claridad.
Hace unos días Julieta Camaño me invitó a su programa Rigth Now.
En la entrevista hicimos un recorrido por mis primeros pasos profesionales y como desarrollé mi propia consultora.
Negocios, productividad y mentalidad son algunas de los temas que tocamos en la entrevista.
Personalmente me encantó participar, te dejo el link acá abajo y me contás en comentarios qué te pareció.
"No desperdicies tu tiempo discutiendo cómo debería ser un buen hombre. Sé uno."
– Marco Aurelio
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